Chachapoyas:
Aventura entre montañas, historia y naturaleza
Del 7 al 12 de
octubre de 2025
🛫 7/10/25 – Rumbo a la tierra de los Chachapoyas
Llegar al aeropuerto de
Lima con dos horas de anticipación es clave (una hora antes cierran el
counter). Tras pasar las mochilas por el detector, nos dirigimos hacia la zona
de vuelos nacionales, sala B12, ubicada en un sótano. Tomamos el bus hacia el
avión: una aeronave de hélices. El baño, pequeño y sin lavatorio, ofrece
alcohol en gel para las manos. El vuelo fue tranquilo; leí el periódico Perú21,
resolví sudokus y pupiletras.
Desde la ventana, los nevados, las montañas y los ríos se dibujaban como una
pintura viva. La aerolínea ofreció chocolates y agua.
El aeropuerto de
llegada es pequeño y la ciudad recibe con un aire fresco, lleno del aroma de
plantas, árboles y flores.
Tomamos un taxi hasta el Hotel Backpackers (S/ 40). Aún era temprano,
así que dejamos las maletas y caminamos hasta la Plaza de Armas, a solo
cuatro cuadras.
En los alrededores hay
varios hospedajes:
- Hostal Belén (2★): sin vista a la
plaza ni desayuno incluido.
- La Casona de Rosario (3★): frente a la
plaza, con patio colonial.
- Hotel Dordean (4★): moderno; el
nombre, de origen irlandés, significa colibrí.
- Hotel Puma Urco (3★): incluye
desayuno e internet.
- Hotel Xalca (Casa Andina): con restaurante para desayunos.
En el café Vivari,
en una esquina de la plaza, probamos postres deliciosos y un buen café.
De regreso, nos
entregaron la habitación a las 11:30 a. m. Era una de las mejores comparadas
con otros hoteles: baño amplio, abundante agua caliente, dos botellas de
cortesía y chocolatitos en la mesa de noche. Desde el balcón, macetas con
geranios y una vista encantadora de la ciudad.
En el cuarto piso hay una terraza llena de plantas, cocina compartida y
lavandería con tendedero.
A las 2:00 p.m. nos
recogió Ángel, nuestro guía: amable y muy conocedor. Nos llevó al
mirador de la ciudad, donde nos contó parte de la historia local. Chachapoyas
recibe mucha gente que viaja por trámites del Estado, pero su segunda actividad
más importante es el turismo.
En el Cañón del
Sonche, con más de 1,000 metros de profundidad, disfrutamos de vistas
espectaculares del valle verde atravesado por el río. Ideal para caminatas
cortas, fotografía y conexión con la naturaleza.
En días calurosos se practica rafting en los ríos cercanos; a veces se
avistan osos.
Luego visitamos el Mirador Turístico Huanca Urco, rodeado de pinos y vegetación, perfecto para fotos y columpiarse con una vista de ensueño. Los huancas, ceramistas locales, elaboran sus ollas con greda rojiza tipo arcilla.
Regresamos al hotel a descansar.
🍃 8 de octubre – Kuélap, la Fortaleza de las
Nubes
Desayuno buffet:
humitas, huevos revueltos, jugos, café, pan, mantequilla y mermelada.
A las 9 a.m., nos recogió el dueño del restaurante Orquídeas de Kuélap,
donde más tarde almorzamos trucha fresca y participamos en una demostración de
pan artesanal.
El bus nos dejó en la
base del teleférico de Kuélap, el primero de su tipo en el Perú. En solo
20 minutos llegas al sitio arqueológico, cruzando valles y montañas a 3,000 m
s. n. m., con vistas impresionantes.
Nuestro guía Alejandro
nos acompañó durante dos horas. Entramos por la puerta principal, diseñada para
estrecharse hacia el final, lo que dificultaba el ingreso en caso de guerra.
Kuélap, construida por la cultura Chachapoyas, es una imponente
ciudadela preinca con más de 400 edificaciones circulares.
Cada vivienda contaba con una cuyera, un batán y un espacio para los restos de
sus antepasados. Los incas, al llegar, transformaron algunas estructuras en
formas rectangulares.
También observamos una
piedra circular tipo brújula, similar al Intihuatana de Machu Picchu, usada
probablemente con fines astronómicos.
Rodeada de neblina y vegetación, Kuélap ofrece una experiencia mística, razón
por la que muchos la llaman “el Machu Picchu del norte”.
En los alrededores de
Kuélap existen varios asentamientos menores, conectados por antiguos caminos y
un sistema de comunicación con pututus (caracolas), muestra de la
avanzada organización Chachapoya.
En Silic,
cruzamos el río Uctubamba en un carrito suspendido por cable (S/5 por persona).
Sus aguas verdes son hipnotizantes. “Uctu” significa valle y “Bamba”, algodón.
Al otro lado hay dos cabañas (S/120 la noche) y ovejas pastando serenamente.
Regresamos al hotel al atardecer.
Por la noche, cenamos en el restaurante Batán del Tayta, famoso por fusionar la cocina andina y
amazónica con toques contemporáneos. Probamos el tacacho con cecina y la
divertida “cucha de mi vecina”.
🧭 9 de octubre – Caverna de Quiocta y Sarcófagos
de Karajía
Después de una hora de
viaje hacia Lámud, exploramos la Caverna de Quiocta, la primera
caverna iluminada del país. Caminamos una hora y veinte minutos entre
estalactitas, estalagmitas y formaciones rocosas que guardan restos óseos
ancestrales. Un poblador local fue quien descubrió las cavernas.
Almorzamos en el
restaurante Las Tinajas (trucha y pollo a la plancha).
A pocos kilómetros,
los Sarcófagos de Karajía impresionan: figuras antropomorfas talladas y
colocadas en lo alto de un acantilado, guardianes eternos de las élites
Chachapoyas. En toda la región Amazonas existen alrededor de 600 sarcófagos
similares.
De regreso, un camión con petróleo se salió del camino, demorando una hora
nuestro retorno.
💧 10 de octubre – Catarata de Gocta
Partimos hacia Cocachimba,
a una hora de la ciudad. Las calles estaban embarradas por las obras de
pavimentación. Desde allí, iniciamos una caminata de 5 km (unas dos horas)
hasta la Catarata de Gocta, una de las más altas del mundo con 771
metros.
Nuestro guía Giannarcos nos explicó que hay cinco miradores y dos caídas
principales. En el camino avistamos un gallito de las rocas macho.
El sendero, rodeado de
vegetación exuberante, invita a la introspección y al esfuerzo constante:
“Caminar sin desfallecer” para alcanzar la recompensa de ver la cascada de
cerca.
Al regreso, con la ropa cubierta de barro, compramos pantalones y recomendamos
llevar muda de ropa adicional. También se puede subir o bajar a caballo (S/40).
Llegamos al hotel a las 5 p.m., felices y agotados.
🏙️ 11 de octubre – Paseo urbano y descanso
Visitamos la tienda de
Gerald Valdez, especialista en arte en nogal, una joya local.
Almorzamos en el Restaurante Patio Burgos, donde el lomo con papas fue
espectacular.
Por la tarde, tomamos lonche en el Café Maná: chocolate caliente, pastel
de zanahoria y café para llevar.
☁️ 12 de octubre – Despedida de Chachapoyas
La aerolínea ATSA
reprogramó nuestro vuelo para la tarde. Fuimos al museo, pero solo abre de
lunes a viernes, así que nos quedamos en la plaza disfrutando el ambiente.
El cielo azul se tornó gris, los truenos resonaban a lo lejos… y así, bajo esa
atmósfera mágica, nos despedimos de Chachapoyas, tierra de montañas, historia y
naturaleza viva.
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