Mendoza los caminos del vino set. 2024

 

En el salón Priority de Lima, nos reunimos doce agentes de viaje para conocer las bodegas de vino de Mendoza. Nuestro vuelo en Latam partió a la 1:15 a.m. Los asientos eran algo estrechos, pero almohaditas y mantitas nos esperaban sobre el asiento, aunque no logré dormir. Es preferible tomar un vuelo de Lima a Santiago y luego una conexión de 35 minutos a Mendoza, con mejores horarios. Arribamos a las 6:55 a.m., hora local (dos horas más que Lima).



Nadia, nuestra guía (y profesora de historia), nos esperaba para trasladarnos al Sheraton Mendoza Hotel, un cinco estrellas con un amplio y elegante ingreso. La iluminación moderna y los detalles en tonos neutros crean un ambiente contemporáneo y acogedor. Grandes ventanales permiten que la luz natural inunde el espacio. Después, pasamos a desayunar: medialunas, café, capuchino, variedad de jugos, miel directamente de un panal, entre otras delicias.

Dejamos las maletas en nuestras habitaciones y salimos a conocer los otros dos hoteles cercanos al Sheraton.



Hualta Hotel: Está inspirado en las bodegas, con techos y pisos que evocan esos espacios. El subsuelo representa el "terroir" (altura y clima de los viñedos), y en el primer subsuelo se encuentra la bodega donde se efectúa la fermentación. Las habitaciones están inspiradas en el descanso del vino, y la parte más alta del hotel se asocia con el descorche, es decir, las celebraciones. Es un hotel con un concepto de storytelling que acompaña la experiencia

 vinícola.



Huentala Hotel Boutique: Tiene una decoración ecléctica. En el sótano alberga una sala de eventos con capacidad para 180 personas. Las suites miden entre 30 y 35 m², y fue el primero en construirse.

City Tour: El kilómetro cero de Mendoza está donde comienza la peatonal Sarmiento, un paseo de tres cuadras que te lleva a la plaza principal, el núcleo del microcentro de la ciudad. Mendoza tiene 64 manzanas organizadas en damero, al estilo colonial, aunque ahora son de 100 metros en lugar de 140 varas. Visitamos el Cerro de la Gloria, un símbolo de la ciudad, donde los turistas se toman fotos con el monumento del Ejército Libertador. (No me resistí a comprar un imán de Mafalda  $7).



Almuerzo: Fue en el restaurante El Faro Bistro, en el piso 14 de un edificio con terraza y asientos al aire libre. La vista panorámica de la ciudad es impresionante. Disfrutamos de empanadas, arancinis, bondiola y postres de manzana, acompañados de vinos y cócteles.

Después del almuerzo, nos dejaron en el Sheraton para descansar, pero salí a caminar porque había comido demasiado. A seis cuadras, se encuentra el Museo de Arte Moderno de Mendoza (MMAMM), ubicado en el subsuelo de la Plaza Independencia. Tras la visita, me senté en una banca a disfrutar del sol frente a la Fuente de Aguas Danzantes.

Decidí cambiar 10 USD. En la casa de cambio el tipo oficial era 950 pesos, pero el dólar Blue pagaba 1200 pesos por dólar (solo para billetes de 100; los más pequeños pagan menos). En el Sheraton, el cambio estaba a 1100 pesos por dólar.



Bodega Los Toneles: Ubicada en Guaymallén, data de 1922 y es conocida por su arquitectura estilo Art Deco. Ofrece visitas guiadas, degustaciones y cuenta con un restaurante reconocido. Cenamos en su "Sala Rosada", probamos platos variados y vinos con nombres innovadores como Mosquita Muerta, Perro Callejero y Sapo de Otro Pozo. Los vinos, mayormente blends de Malbec, Cabernet Franc y Petit Verdot, están elaborados de manera artesanal.

Después de la cena, hubo un show de tango y terminé bailando "Por Una Cabeza" de Carlos Gardel.

27 de septiembre
Desayuno buffet: Variedad de jugos, frutas, yogures, panes, cereales y facturas.


Bodega Catena Zapata: Ubicada en Agrelo, Luján de Cuyo, destaca por su diseño arquitectónico inspirado en una pirámide maya. Reconocida por sus vinos Malbec y Cabernet Sauvignon de alta gama, ganó el premio "World’s Best Vineyards 2023". Su etiqueta "DV Catena Tinto Histórico" representa el viaje de los inmigrantes europeos y la llegada de las vides a Argentina.



Bodega Chandon: Fundada en 1959 por la casa francesa Moët & Chandon. Aquí preparamos nuestro propio espumante, combinando pinot noir y chardonnay en sus hermosos jardines.

Bodega El Enemigo: Proyecto vitivinícola fundado por Alejandro Vigil y Adrianna Catena, famoso por su Cabernet Franc. Almorzamos allí, y el conductor chileno, Martín, nos entretuvo con historias, incluyendo la de sus tatuajes.

Hotel Entre Cielos: Rodeado de viñedos, este hotel ofrece actividades al aire libre, como paseos en bicicleta y cabalgatas. La piscina tiene vistas espectaculares de las montañas.

28 de septiembre




Huentala Wines: Bodega en Gualtallary, ubicada a 1,400 metros de altura, produce vinos complejos con mínima intervención para resaltar el terroir.

Bodega Salentein: Destaca por su arquitectura impresionante y sus vinos icónicos como el "Primus Malbec" y el "Reserve Chardonnay". Caminamos entre los viñedos y disfrutamos del paisaje montañoso.

Bodega Andeluna: Ubicada en el Valle de Uco, con búngalos cavas para hospedarse. Disfrutamos de una copa de vino y piqueos en un entorno encantador.

29 de septiembre

 


 

supermercado Atomo

comprè gaseosa de pomelo, dulces Bananita Dolca, y en la farmacia, las clásicas cremas Tortulán. No podían faltar los alfajores de Entre Dos.

Bodega Santa Julia: Nos mostraron cómo el vino pasa de grandes contenedores de metal a las barricas. Conocimos a "Chacha", la ganadora del premio a la mejor empanada 2023, hecha al horno de leña. También probamos helado de chocolate con aceite de oliva y sal, ¡espectacular!
El almuerzo fue guiso de conejo, simplemente delicioso.
Por la noche, tuvimos una cena de despedida en el Hotel Diplomat, cerca de la Plaza Independencia. Un hotel de estilo europeo, con habitaciones de entre 38 y 48 m². La cena fue exquisita.

Al día siguiente, partimos temprano. A las 5:00 a.m. ya teníamos preparado un pequeño desayuno en el Sheraton: jugo de naranja, café y croissants. El aeropuerto de Mendoza es pequeño y el chequeo en el counter fue rápido. Nos permitieron llevar hasta siete botellas en el equipaje despachado, asegurándonos de que estuvieran bien embaladas.

Mientras el avión despegaba, los majestuosos Andes, con sus picos nevados, se despidieron en el horizonte, asegurándose de que no solo llevábamos el vino, sino también un pedacito de su grandiosa belleza.

 

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