Festejo de mi Cumpleaños en Cusco – Feb 2024

 




Al llegar al aeropuerto, me dirigí directamente a la sala de espera. Poco después, Karen y Titi, mis amigas del barrio, se unieron a mí. En el avión, nos acomodamos juntas, eligiendo asientos contiguos; yo opté por la ventana, asiento 7F. Conversamos y dormimos durante el vuelo. 
Aterrizamos en Cusco y Emerson, nuestro conductor, nos llevó a la casa de Patty. Tras efusivos saludos, César, el esposo de Patty, nos ayudó a poner la comida en la camioneta (la habían comprado un día antes). Nos despedimos de Cesar y nos dirigimos al Valle Sagrado de los Incas, donde alquilamos una casa en Pisac. David y su esposa, nuestros anfitriones, nos dieron una cálida bienvenida.

El primer día decidimos quedarnos en la casa. A las siete de la noche, salimos al jardín, donde ya teníamos preparada la poza caliente (ofuro). Este ritual de relajación busca no solo la limpieza del cuerpo, sino también la tranquilidad mental. Ramas de lavanda y muña desprendían aromas que contribuían a nuestra relajación. La temperatura del agua rondaba los 40°, proporcionando un bienestar al cuerpo.




Titi se fuè a descansar, tenía un fuerte dolor de cabeza. David encendió la chimenea y nos dió información de la posta de Urubamba y de la clínica Kasai Wasi, ubicada a 10 minutos de distancia. Afortunadamente, no fue necesario trasladarla; Titi se despertó sintiéndose mejor y disfrutó del saltado de pollito que preparé.

El sábado, luego de un delicioso desayuno, caminamos hasta el mercado de Pisac. Desde allí, tomamos un taxi y subimos a las ruinas de Pisac por 35 soles (la entrada costó 40 soles).


El Parque Arqueológico Nacional de Pisac abarca una extensión de 4 km cuadrados e incluye andenes, acueductos, caminos, murallas, portadas, cauces hídricos canalizados, cementerios y puentes. Las ruinas, situadas a 33 km al este de la ciudad de Cusco, son una joya del Valle Sagrado de los Incas. Pisac ofrece una experiencia única para explorar la grandeza del imperio incaico y disfrutar de la belleza natural que lo rodea. Nos tomamos muchas fotos, y los bastones de trekking resultaron de gran ayuda.



Al regresar, a la ciudad, exploramos las tiendas de artesanía; compré dos toritos de Pucará y algunos pompones para decorar . ( tienda Toro Runa).

Almorzamos en el restaurante Íntimo, donde pedimos varios platos para compartir, además disfruté de un ceviche de trucha delicioso. Para mi próximo viaje, planeo visitar el restaurante KAMPU en Urubamba, conocido por su cocina de autor.

Caminamos  de vuelta a la casa y pasamos una tarde entretenida jugando al juego "Papelitos", una combinación de adivinanzas y mímica. En un intermedio, sumergimos los pies en la poza de ofuro, disfrutando del calor mientras las estrellas nos acompañaban en silencio.

A la mañana siguiente, después del desayuno, nos recogieron a las 11:30 a. m. para explorar la Ciudad de Cusco. Dejamos nuestras pertenencias en el restaurante de Patty y salimos a caminar.

 

Entre el Belmond Hotel Monasterio y el Palacio Nazarenas, la calle 7 Culebras nos llevó hasta la calle Choquechaka, que conduce al Acueducto. En Cusco existen siete calles cuyos nombres comienzan con el número 7, algunas de ellas ubicadas en el Centro Histórico y otras en el barrio de San Blas. Exploramos el acueducto colonial de Sapantiana, una destacada obra de ingeniería hidráulica construida sobre el río P'ujru.

Visitamos tiendas de diseñadores como Tarwi y Amantani. Almorzamos en el restaurante Kushka, donde probamos platillos como papa rellena, causa crocante de trucha y costillar.

El momento más emotivo del día fue cuando me cantaron el "Happy Birthday" en el restaurante, con tres velas representando a las amigas que iluminan mi vida. 



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