El 19 de febrero de 2024, inicié mi jornada temprano con la intención de dirigirme al parque para disfrutar de una tranquilizadora caminata matutina. Antes de llegar, me encontré con Matilde, una de las señoras habituales en su rutina diaria de caminar. Le pregunté con interés:

 ¿Te vas? - indagué.

Sí, salí temprano. Tu amiga está en la caseta del serenazgo; encontraron a un perro perdido.

Después de despedirnos, me encaminé hacia el árbol al que suelo acercarme diariamente. Mis manos descansaron sobre su tronco, solicitándole su tranquilidad y fortaleza. Luego, realicé mis ejercicios de estiramiento y me dirigí a la caseta del serenazgo.

 


En la caseta, me recibió un encantador perrito blanco, claramente nervioso. Un señor que suele correr de 6 a 7 am lo había dejado allí, explicando que el pequeño animal lo perseguía. Nedda, mi amiga vecina del parque, le llevó agua y comida. Dejamos al perrito allí y continuamos nuestras vueltas por el parque, preguntándonos quién sería su dueño.



En la última vuelta, avistamos a un joven apoyado en la ventana de la caseta. El serenazgo exclamó: "¡Es el dueño!"  Nedda le contó que había tomado una foto al perro y la había compartido en su chat de ayuda a los animales. Él respondió que no estaba en ese chat pero pidió ser agregado en adelante. El serenazgo solicitó su DNI, y él, con un marcado acento español, mencionó que tenía carnet de extranjería.

Aunque lo recordábamos saliendo siempre con un cigarrillo en la boca paseando a su perro, no  relacionamos al perro con su dueño. Le pregunté el nombre del perro:

Gus Gus, como el ratón de La Cenicienta - respondió riendo.



Más tarde, busqué la imagen del ratón en Google ya que no lo recordaba blanco. Nos contó que Gus Gus era un perro de ayuda sentimental para niños enfermos, llevándolo al hospital para aliviar el estrés de los pequeños. Una vez en los brazos de su dueño, Gus Gus, movía la cola.

Apareció un auto, era la madre de Gus Gus. La preocupación en su rostro se disipó al ver a su perrito; las lágrimas le caían mientras agradecía que no se hubiera perdido.

El serenazgo mencionó que le tienen prohibido guardar cosas o recibir visitas, pero el corazón de Gus Gus lo había convencido.



Así, como en La Cenicienta, el mensaje principal de esta historia es la idea de la bondad y la recompensa por la virtud. La historia de Gus Gus y su emotivo reencuentro con su dueño nos recuerda la importancia de la compasión y cómo incluso los pequeños gestos pueden marcar una gran diferencia en la vida de alguien.


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