Sábado de navegación

 Una familia amiga del condominio nos invitó a navegar .

Salimos de la casa a las 10:30 am . La primera parada fue la pastelería, llevamos bebidas, pastel de acelga y de manzana. La segunda parada fue en el grifo, para llenar el tanque y la tercera y última parada fue en el Outlet de la carretera, para comprar unas sandalias para mi hija.

Llegamos al Yacht Club Pucusana, (es un club náutico ubicado en el Km 57 de la Carretera Panamericana Sur)  Nos subimos a la  lancha, éramos doce, los niños en la punta, los hombres en el centro acompañando al capitán (nuestro amigo) y las mujeres en la popa.



Era un día perfecto para navegar. El sol brillaba en el cielo, la brisa del mar soplaba suavemente y el agua estaba en calma.



Empezamos a navegar por la bahía, donde pudimos ver los hermosos paisajes de la costa. Las playas, las hermosas casas y las montañas escarpadas se alzaban ante nosotros. Era un espectáculo impresionante. Los lobos marinos descansando en las rocas .  



En el mar n os cruzábamos con veleros, yates inmensos, catamaranes, motos náuticas, y chiquillos haciendo esquí acuático.



Decidimos detenernos frente a la playa Pelícanos. Los chicos se lanzaron al mar y nadaron hasta la orilla, donde los esperaba una amiga de mi hija. Hacía tanto calor que me animé a meterme al agua, sin pensar que también llegaría hasta la orilla. Saludé a la mamá de la amiga de mi hija, que al verme un poco cansada me invitó a un delicioso vaso de maracuyá. Me enseñó su casa, en lo alto del cerro y lo feliz que se siente cuando está en la playa (su lugar favorito).



Regresamos a la lancha los chicos nadando y yo en “peli-bote”. Mi esposo, se sorprendió al verme llegar. "¿Cómo así?" me preguntó. Le expliqué que la mamá de la niña se ofreció acercarme.



Ya en la lancha, contaron la historia (de hace ya un tiempo) de unas niñas adolecentes, que se estrellaron contra una roca y una de ellas murió. Nunca supieron por qué no frenaron o por qué no se desviaron o porqué no se lanzaron al agua. Ellos presenciaron todo y fué una impresión y una pena terrible.

La tarde llegó rápidamente, y pronto el sol empezó a ponerse en el horizonte. Decidimos navegar de vuelta al puerto mientras disfrutábamos de la impresionante vista del atardecer sobre el mar. Fue un final perfecto para un día perfecto.



Llegamos al puerto justo a tiempo para ver los últimos rayos de sol desvanecerse en el horizonte. Fue un día lleno de aventuras, risas y momentos inolvidables que siempre atesoraremos en nuestras memorias.

 

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