El 23 de marzo de 2023, llegamos al aeropuerto de Lima/Cusco y
nuestro trasladista nos estaba esperando para llevarnos al Centro Comercial
Real Plaza. Allí, aprovechamos para hacer algunas compras en el supermercado
Plaza Vea, donde adquirimos comida y agua para los siguientes cuatro días.
Aunque, bromeando, parecía que estábamos comprando para un mes.
Luego,
alquilamos una casa en Huarán, ubicada en el Valle Sagrado de los Incas. La
casa, parte de un condominio, contaba con ocho viviendas, una piscina y una
cancha de vóley. La capacidad de la casa era para ocho personas, con dos
dormitorios en el segundo piso (ambos con baño), y otro dormitorio en el primer
piso con un baño adicional. Además, la casa estaba completamente equipada con
utensilios, lavadora de platos y ropa, y una amplia sala y comedor. Lo mejor de
todo eran los ventanales que rodeaban la casa, desde donde se podía disfrutar
de vistas impresionantes de las montañas mágicas del Cusco.
Por la tarde, visitamos la destilería de nuestros amigos, donde producen Gin Andino
artesanal. Este gin está hecho a base de 23 botánicos locales y enebro importado
de la más alta calidad, con un 42% de alcohol (alcohol extra neutro de caña).
La destilación se realiza en tres etapas, cada una con técnicas y temperaturas
diferentes para extraer y preservar los aromas de los distintos botánicos.
Finalmente, se unen los tres destilados y se deja reposar en tanques de acero
inoxidable por seis meses. El Intira (Inti Raymi) es el único gin peruano que
se destila a 2800 metros sobre el nivel del mar. Después de una deliciosa
degustación, regresamos alegres a nuestra casa en Huarán.
24 de Marzo
El viaje a Cusco me brindó una oportunidad única de pasar tiempo
en armonía con mis amigas. A pesar de conocerlas desde hace años, no siempre
tenemos la posibilidad de estar juntas sin las distracciones y el estrés del
día a día. En cambio, en Cusco nos dedicamos a conversar, reír, compartir
nuestras experiencias y preocupaciones, y fortalecer nuestra amistad.
Ese día, a las 10:30 a.m., nuestra profesora de yoga, Selda, llegó con hojas de coca, palo
santo y un cuenco tibetano. Nacida en Turquía y criada en Alemania, nos guió en
una sesión de ejercicios y meditación en la sala, ya que el jardín estaba
mojado por la lluvia. Juntas dimos gracias a la Pachamama por la oportunidad de
estar allí.
.
Después de la clase de yoga, caminamos hasta las Cataratas de
Arin, nos perdimos un poco, llegamos a un sitio donde habían arboles talados, y ya el camino terminaba, regresamos con la ayuda de la profesora de yoga (por video llamada) y la catarata no tenía mucha agua, pero sus gotitas me rociaban la cara, en lo más alto el mirador, donde nos tomamos
fotos increíbles.
Por desgracia, durante la caminata, comencé a sentir dolor en mi pie derecho. Por
lo tanto, una amiga y yo tomamos un micro hasta la entrada de Huarán. Sentadas
adelante con el chófer, notamos que en el espejo colgaba un mono rojo de
peluche, muy gracioso. Desafortunadamente, nos pasamos de la parada porque el
restaurante Viva Perú no tenía un cartel grande, y nos bajamos en el pueblo de
Huycho. Para regresar, tomamos otra combi por s/1.
nuestra capacidad de trabajo en equipo. Todas nos ayudábamos en la cocina, lavando, secando y metiendo los platos en la lavadora, lo que hizo que la tarea fuese fácil y agradable.
25 de marzo:
Una de las cosas que más disfrutaba de este viaje era pasar tiempo en armonía con mis amigas, y el día de hoy no fue la excepción.
Nuestros desayunos eran de hotel cinco estrellas y nos sentábamos en la terraza mientras las montañas nos abrigaban. Temprano se las veía cubiertas de nubes y neblina, pero luego el sol hacía su aparición.
Decidimos
visitar a una amiga del colegio, quien es actriz y tiene un hospedaje llamado
Villa Colibrí en Calca. El micro nos dejó en la plaza del pueblo, donde una
hermosa iglesia nos dio la bienvenida. Luego tomamos mototaxis, que nos
llevaron hasta la cuarta curva de Mitmac por s/7 (solo dos personas por
vehículo).
Al llegar,
nuestra amiga nos recibió en la puerta con sus dos perros. Conocimos los
ambientes y las habitaciones, que contaban con baño propio y agua caliente.
Arte por todos lados: las puertas, las lámparas, las macetas estaban pintadas
por ella.
Corka, es un artista sordo mudo que también la ayuda, pinta espectaculares cuadros con imágenes de flores, animales, ceremonias de San Pedro y la cosmovisión andina.
Nos sentamos a
conversar en los balcones mientras los colibríes volaban a nuestro alrededor y
tomaban agua de los bebederos. Ella nos contó que también enseña inglés a los
niños de la zona. Es una inspiración ver cómo ella y su esposo han construido
este lugar desde cero con su propio esfuerzo y cómo han ayudado a la comunidad
dándoles trabajo.
Luego tomamos otro micro que nos llevó hasta Pisac, donde visitamos La Casa EMA, para alquilar.
El administrador, David, nos mostró la casa: sala, comedor y cocina integrada debidamente equipada con todos los implementos necesarios para tener una estadía cómoda, incluyendo lavadora y secadora.
Los tres dormitorios
contaban con baño privado y la decoración era exquisita. La vista era hermosa,
y en el jardín encontramos una huerta y una poza ofuro estilo japonés que se
calentaba con leña.
Por la noche, quedamos con mi amiga Ursula, para cenar en la pizzería Antica Osteria, donde celebramos la vida con sangría y cerveza artesanal.
Después de la cena, compramos artesanías y al
cruzar la pista entramos a una tienda de productos naturales, donde un alto
señor hijo de italiano y padre de cuatro hermosas hijas nos atendió. Me compré
un delicioso café y continuamos nuestro recorrido por Pisac.
26 de Marzo
El último día de nuestro viaje, antes de partir de la casa en la
que nos alojamos, nos sentamos en un círculo en el suelo y cada una de nosotras
tomó una hoja de papel en la que escribió lo que más admiraba de las demás.
Luego leímos en voz alta lo que habíamos escrito, lo cual fue una experiencia
increíble ya que actuó como un espejo en el que pudimos ver reflejado lo que
llevamos dentro. Fue un momento muy emotivo y significativo para todas
nosotras.
Más tarde, en la ciudad de Cusco, almorzamos en el delicioso restaurante Kushka, pedí costillar acompañado de papas, nos dieron un pisco sour de cortesía.
Después, visitamos otros restaurantes y tuvimos la suerte de presenciar una presentación de los danzarines de la fiesta de Paucartambo. En el aeropuerto, compramos pan y queso para llevar.
personas que habitan en ella.
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